Culebra de los Pajonales (Philodrias patagoniensis) - Patagonian Green Racer
"no es raro que un niño se sienta más profundamente impresionado
a la vista de una culebra que a la de cualquier otro animal."
Guillermo Enrique Hudson, Allá lejos y hace tiempo.
Recorríamos el norte cordobés, siguiendo el Antiguo Camino Real que unía en su extenso recorrido la "Gran Aldea" de Buenos Aires, con la Ciudad de los Reyes, es decir Lima, en el Virreinato del Perú. Historia y naturaleza, nuestra búsqueda en un camino jalonado por postas y pueblos que hoy conforman al menos en el norte de Córdoba un circuito turístico de gran interés, se suceden entre valles y paisajes, naturales y rurales que convidan a los sentidos con su aroma y permiten al viajero aproximarse a sus misterios. Salimos de la ciudad de Dean Funes hacia el este por la ruta que atraviesa el extremo sur de la Sierra de Ambargasta en Sauce Punco, llegando a Intihuasi viramos hacia el norte, pasamos la Posta de Santa Cruz y visitamos la Posta de San Pedro Viejo, el pueblo y su cementerio. Más al norte, nos dirigimos otra vez hacia el este atravesando un ripio ondulado entre palmares de carandilla y montes bajos, hasta llegar a Caminiaga. Desde allí regresamos al Camino Real por un ripio diagonal hacia el sur. Si bien la mañana estaba fresca, el sol se hizo sentir al mediodía, superando holgadamente los 20º centígrados. Por ello, empezamos a especular sobre posibles avistajes de reptiles a pesar de que estábamos en pleno otoño. Vadeamos uno de los pocos arroyos con agua, y sobre el camino divisamos una serpiente que al acercarnos se perdió en los pastizales como un latigazo verde gris. El encuentro alentó nuestras esperanzas y alertó nuestros sentidos. Doscientos metros mas adelante hallamos otra, muy oronda, asoleandose en el camino.
Detuvimos el auto y nos aproximamos con cuidado, la serpiente, parecía dormida o aletargada, cosa que no nos asombró dada la época del año. Lejos de querer molestarla, le tomamos algunas fotos para registrar su presencia y confirmar la identificación específica. Casi no mostraba signos vitales. Pensamos que cualquier auto podría pisarla con o sin intención. Levemente la tocamos con una varilla en la mandíbula. Sacó su lengua bífida, onduló su cuerpo a penas pero se mantuvo en el lugar. Disparamos un par de fotos y luego grabamos su retirada, mínimamente inducida. Compartimos en esta nota con nuestros amigos y visitantes, el registro de esta especie de nuestra fauna no tan simpática para muchos, quizá por poco conocida.
La Culebra de los Pajonales (Philodryas patagoniensis), Girard, 1857; Culebra Ratonera o simplemente "Ratonera", Culebra Verde, Mboihovih en guaraní; es tal vez la serpiente de mayor distribución geográfica en nuestro país, pues se la encuentra desde el norte en Misiones y Jujuy, siempre al este de la cordillera, hasta las provincias de Neuquen y Chubut. También en los países vecinos: este de Bolivia, Paraguay, Brasil (desde el nordeste hasta Rio Grande do Sul) y Uruguay. Es una especie muy frecuente y a lo largo de su distribución es posible hallarla en diversos ambientes en las provincias fitogeográficas Chaqueña, del Espinal, del Monte, Pampeana, Paranaense y Patagónica. A pesar de la variedad y extensión de su dispersión no se reconocen razas o subespecies. Según el Dr. José Maria Gallardo, Philodryas patagoniensis es sinónimo de Philodryas schotti y P. patagonicus; por ello es posible encontrar estos nombres científicos en algunos libros más o menos antiguos. Guillermo Enrique Hudson, el primer ornitólogo argentino, gran naturalista y literato, narra en Allá lejos y hace tiempo sus encuentros con esta especie:
"...encontré una culebra nueva para mí -la Philodryas scotti de los naturalistas-, culebra argentina bastante común. La reconocí como de igual especie a la que hallamos enroscada sobre la alfombra de mi hermanita. Algunos de los ejemplares que medí excedían de los dos metros."
El autor de la especie, quien la describe por primera vez y le otorga un lugar en la taxonomía, fue el médico y zoólogo francés Charles Frédéric Girard con el nombre de Callirhinus patagoniensis, en 1857. Su terra típica o localidad típica, lugar de captura del primer espécimen descripto, es la desembocadura del Río Negro, Patagonia, Argentina.
El autor de la especie, quien la describe por primera vez y le otorga un lugar en la taxonomía, fue el médico y zoólogo francés Charles Frédéric Girard con el nombre de Callirhinus patagoniensis, en 1857. Su terra típica o localidad típica, lugar de captura del primer espécimen descripto, es la desembocadura del Río Negro, Patagonia, Argentina.
Lejos de negar a Hudson o de considerarlo exagerado, todos los herpetólogos que apuntamos en la bibliografia al final de esta nota, coinciden en que el largo medio de este ofidio ronda el metro y medio, 1.55 m, más precisamente, lo que no impide la existencia de ejemplares mayores, como tuvimos la ocasión de observar al menos en la región pampeana. Las hembras alcanzan las mayores longitudes. Su contextura en general es delgada y su tamaño es mediano, posee la cola larga y fina. La cabeza es grande y ovalada aunque poco diferenciada del cuello, los ojos son grandes con la pupila circular y el iris amarillo dorado. Su dentadura es opistoglifa, es decir posee colmillos posteriores acanalados a través de los cuales inocula su veneno. La toxicidad del mismo ha sido comprobada en humanos, su mordedura es dolorosa y puede ocasionar hinchazón local temporaria y edema. Un adolescente mordido en la mano por esta culebra experimentó una intensa somnoliencia durante 24 hs, pero dolor moderado, que desapareció menos de una hora después. En otro caso, un hombre joven mordido en la mano presentó edema braquial hasta la axila, y el dolor persistió durante dos semanas (Cabrera, 2010). No se conocen accidentes graves y de hecho los pocos registrados se dieron en casos de manipuleo, por querer agarrarla, ya sea en terrarios o en la naturaleza. En varias ocasiones, tal vez por compartir la fascinación de Hudson, capturamos esta culebra que es muy agresiva en estos casos y tira mordiscones. Recibimos unos cuantos, al tomar por la cola un ejemplar que superaba el metro, durante los días de la adolescencia allá por los bajos de El Cazador (Escobar), que impactaron en nuestro zapato y nos dieron una idea de su carácter irritable, su fiereza y velocidad.
Nótese el ojo grande con pupila circular e iris amarillo, la zona clara en el cuello, las escamas supralabiales (de 7 a 9), el color verdoso y las escamas del cuerpo punteadas de negro.
La coloración es aceitunada uniforme o grisácea pardusca, con las escamas algo mas claras en el centro y bordes negros más oscuros en la parte posterior que le dan un aspecto general reticulado. Ventralmente amarillenta o blanquecina con las extremidades de las escamas ventrales negruzcas o muy oscuras. Subcaudales divididas. Placa cloacal dividida también. Los juveniles poseen manchas oscuras más grandes y lineas claras a lo largo del cuerpo que se van atenuando hasta desaparecer en el estado adulto.
Es terrestre y diurna. Se la puede encontrar en pastizales húmedos, pajonales, sembradíos, cerros pedregosos y arenales. Es propia de áreas abiertas y aparentemente no habita selvas. Suele ser peridoméstica y acostumbra refugiarse bajo piedras, troncos y otros objetos sobre el suelo. Se alimenta de roedores (de ahí su nombre común: Ratonera), pichones de aves, saurios, ofidios, anfibios (encontramos un ejemplar atropellado con una Rana Criolla a medio tragar) y también llamativamente, arañas. Sus enemigos la comen solo en estados juveniles, entre ellos Lechucita, Halconcito, Chimangos y Caranchos, el Garganchillo; también el Zorro Gris. Al igual que todos los miembros de su estirpe acarrea una bíblica mala fama por la cual suelen ser matadas a primera vista, a pesar de su importantísimo rol en el control natural de plagas. De momento no se encuentra en ninguna de las categorías de peligro.
Las Culebras de los Pajonales copulan en setiembre normalmente, pudiendo haber otra en marzo o abril. Es ovípara, es decir que los huevos son incubados fuera del cuerpo materno, a diferencia de otros ofidios (la Yarará por ejemplo) que son ovovivíparos y en estos casos los huevos forman una cascara muy fina y son incubados dentro del oviducto de la hembra hasta el momento del nacimiento. La puesta es entre noviembre y enero, de 3 a 26 (13 en promedio) huevos elípticos blancos o blanco amarillentos, adheridos entre si, de 2,5-4,0 x 1,5-3,0 cm, comunmente en el interior de hormigueros a unos 40 cm de profundidad. Los nacimientos se dan entre enero y marzo.
Una tarde soleada de la primavera del 92´ pescabamos taruchas en un zanjón, a la vera del camino del boulevard apenas pasando "el bajo del 22" no lejos de Los Quirquinchos, en el sur de Santa Fe; la boya se hundió y mi primo tiró de la caña sobresaltado, con más fuerza de la necesaria. El pez fue a parar al otro lado del estrecho camino, sobre un pastizal bastante alto. Los dos corrimos a buscarlo. Nos llevamos tremenda sorpresa, saltamos hacia atrás largando la carcajada propia del susto. Delante de nuestros ojos se desató una maraña de culebras, oliváceas, largas, hacia todos los rumbos, entre los pastos hasta desaparecer. Una de ellas enorme, de mas de un metro y medio, probablemente la única hembra entre tres o cuatro machos. Se estaban apareando o al menos trataban de hacerlo. Normalmente, en el período de reproducción, la hembra va dejando un rastro oloroso que los machos persiguen, hasta dar con ella. Como en el caso relatado, a veces suelen juntarse unos cuantos.
Para leer:
Cabrera, Mario R.: "Las serpientes de Argentina central" 2º ed, Universidad Nacional de Córdoba. Córdoba, 2010.
Gallardo, Jose M.: "Reptiles de los Alrededores de Buenos Aires", EUDEBA, Bs.As. 1977.
Giambelluca, Luis A. "Guía de Serpientes Bonaerenses" , 1º Ed. LOLA, Bs. As. 2004.
Giraudo, Alejandro "Serpientes de la Selva Paranaense y del Chaco" 1º Ed. LOLA Bs. As 2004.
Freiberg, Marcos: "El mundo de los ofidios" Editorial Albatros, Bs.As. 1975.
Hudson, Guillermo Enrique: "Allá lejos y hace tiempo" Sainte Claire Editora, Buenos Aires 1983.
Orego Aravena, Reynaldo: "Reptiles de La Pampa" Biblioteca Pampeana, Serie Folletos Nº 14, La Pampa, 1971.
Scrochi, G.J., Moreta, J.C., Kretzchmar: "Serpientes del noroeste argentino" Fundación Miguel Lillo. Tucumán, 2006.
Ver también (sobre reptiles):
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ResponderEliminarmuy buena información y excelente blog, hoy vino a mis manos una culebra de este tipo, un paisano la capturó a golpes...por suerte se recuperará...a pesar de ello es muy rápida y agresiva. ..la devolveré a la zona de sierra de la Ventana que es de donde viene. saludos cordiales . Cristian Morillo
ResponderEliminarAyer 15/10/14, a las 11 hs. del día capture una culebra de 1,10 mts. que gracias a esta información, me entero que es de los pajonales o ratonera. Se estaba comiendo una lagartija y mientras esto sucedía, una calandria le comia la cola a la lagartija. No salía de mi asombro. Es hermosa pero muy agresiva y hoy pienso devoverla a su lugar natural sana y salva. Saludos, Ciudad de Vera - Pcia. de Sta. Fe - Ruben Lapissonde
ResponderEliminarlamentablemente encontre una y la mate por miedo, esta nota me sirvio para no volver a repetir mi torpeza!
ResponderEliminarGracias por la información encontré una en el patio de casa!! Víbora pajonal!!
ResponderEliminarTengo entendido que en Brasil se registró una muerte por su mordedura.
ResponderEliminarYo encontré la misma en alta gracia gracias a Dios mi hijo no fue mordido por la misma
ResponderEliminarYo encontré una en mi i casa 'por suerte no llego a picar a mi bebé! La encontré subiendo en el cochecito de mi bebé,que susto por dios,del susto salí afuera con mi hijo y se escondió debajo de la heladera,mi marido la encontró y la mato ,calcula que media un metro ,
ResponderEliminarYo lamento mucho pero las líquido. No voy a arriesgar a mi flia o a mi perro a una mordida q puede tener consecuencias serías.
ResponderEliminarEncontré la misma, pero con la curiosidad que estaba la mitad metida dentro de un hormiguero
ResponderEliminarEncontré una en el trabajo
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